El asentamiento definitivo de la inteligencia artificial se produjo en el pasado año. Todo apunta a que durante 2024 la tendencia continuará porque, como sucede en ocasiones en el mundo de la tecnología, una vez traspasada una barrera o logrado determinado desarrollo, la evolución se sigue manifestando lineal y progresivamente. Al menos hasta el siguiente hito. ¿Cómo estamos asimilando socialmente la llegada de esta innovación? ¿Entendemos realmente su impacto potencial?

Arañando la superficie de la inteligencia artificial

El público general percibe a la inteligencia artificial, sobre todo la llamada inteligencia artificial generativa, como su cúspide de desarrollo. No es así; la capacidad de un modelo inteligente para generar textos y mantener «conversaciones», crear imágenes o vídeos son tan solo una de las parcelas estéticas de sus capacidades reales. La auténtica fortaleza de la IA trasciende este aspecto, digamos superficial.

La cualidad de la inteligencia que está llamada a cambiar el universo de la tecnología para siempre está en su capacidad para manejar una cantidad apabullante de datos para analizarlos, categorizarlos, decidir y responder de manera autónoma según las reglas establecidas por un modelo programado previamente —o «entrenado», según la terminología del ramo—.

Inteligencia artificial basada en el dato para el mundo corporativo

Las empresas y organizaciones están comenzando a ver las posibilidades que ofrece esta capacidad de la inteligencia artificial. Y a utilizarla. Sobre todo a través de modelos e IA con datos propios, para que realice tareas específicas diseñadas ad hoc.

Esto abre la puerta a transformar por completo la manera en la que se gestiona y utiliza la información en el seno de estas empresas, además de modificar su interacción con la tecnología y su manera de trabajar: muchas de las tareas que ahora se desempeñan de manera ineludible puede hacerla más rápido y mejor una inteligencia artificial, para liberar tiempo y recursos en otras áreas.

El gobierno apuesta por la inteligencia artificial

Esta capacidad transformadora de la IA ha hecho que los gobiernos inviertan de manera firme por ella como vector de transformación. España, por ejemplo, tiene pensado movilizar 18 000 millones de euros este año para desarrollar inteligencia artificial en el país, según declaró su presidente, Pedro Sánchez, en el último Foro de Davos durante conversaciones informales con empresarios e inversores. Por su parte, el ministro de Transformación Digital, José Luis Escrivá, aseguró en el mismo contexto que las inversiones «no irán dirigidas solo a grandes empresas, sino también a PYMES y emprendedores».

Una inteligencia artificial con usos prácticamente ilimitados

Además de revolucionar, por ejemplo, el mundo de la creación de contenido textual, audiovisual y el diseño, la inteligencia artificial puede introducir cambios de paradigma en muchas otras áreas. En el sector educativo pueden implementarse modelos de aprendizaje personalizados, incluso con la asistencia de avatares virtuales.

En la sanidad los datos proporcionados a una IA pueden reproducir gráficamente sistemas complejos como el vascular y «predecir» la aparición de derrames y obstrucciones, en función de los datos personalizados de paciente.

La difusión de información periodística, la elaboración y comunicación de predicciones meteorológicas, las retransmisiones deportivas, la creación de podcast y audiolibros, la producción industrial en fábricas robotizadas, la asistencia a domicilio de personas con movilidad reducida, la gestión inteligente de energía, la cadena de distribución logística de productos y servicios,… Prácticamente cualquier área de actividad imaginable puede verse beneficiada directa o indirectamente por la inteligencia artificial, en alguna medida.

Dependerá de los recursos económicos destinados y de la intensidad de la investigación y desarrollo en el área que la población y los usuarios «normales» entiendan mejor sus posibles aplicaciones y terminen por integrarla en el día a día de manera totalmente normalizada.