La despoblación de grandes áreas del país representa un problema demográfico, económico y de desarrollo de primer orden. Y esto, a pesar de que la España vaciada puede suponer una palanca transformadora de enorme magnitud para el país. Pero, para ello, tienen que existir incentivos suficientes que impulsen la «reconquista» de una zona rural determinada. Ofrecer las condiciones necesarias para desarrollar un proyecto de vida y un trabajo digno es una de ellas. Y que la conectividad es una de esas condiciones parece claro para cualquiera con un mínimo de sentido común.

Zona rural busca jóvenes preparados

Muchas provincias españolas —que llevan décadas desangrándose demográficamente— ven en el contexto socio económico actual una oportunidad para recuperar «vida» en sus pueblos rurales. Los prohibitivos precios de la vivienda en entornos urbanos, los altos costes de vida y de transporte, los grandes niveles de estrés … muchos de estos obstáculos desaparecen en el medio rural.

Y esto ha motivado que muchos jóvenes se planteen la «vuelta al pueblo» como alternativa para desarrollar, gracias a la conectividad remota, una carrera laboral más sostenible; más sana psicológicamente, económicamente viable y con posibilidad para ejercer de ancla ante la formación de nuevos núcleos familiares. Las instituciones locales y regionales son conscientes de esta oportunidad, pero se encuentran con algunos problemas.

Desigualdad en la formación de perfiles

Sobre todo porque existe sobreabundancia de profesionales de corte administrativo y una carencia acusada de perfiles laborales de tipo más «técnico» o con competencias manuales: carpinteros, fontaneros, albañiles, etc. María José Mulero, coordinadora de proyectos de cooperación del Colectivo para el Desarrollo Rural Tierra de Campos, en Valladolid, asegura «En nuestro territorio, los institutos y ciclos formativos dan mucha Administración. Y eso está bien, pero tenemos muchos administrativos y carecemos de formación en electricistas o mecánicos, que se necesitan. Tenemos que ir a las ciudades a explicar las oportunidades que hay en una zona rural».

Muchas universidades, como la Abierta de Cataluña (UOC) desarrollan programas de cooperación con organizaciones privadas, para ofertar prácticas remuneradas en pueblos rurales que cubran precisamente esas necesidades. Desde 2016, a través de Odisseu, han generado medio centenar de contratos estables y han ayudado a casi 400 empresas rurales y casi medio millar de estudiantes de Grado y Máster.

La conectividad sigue siendo un obstáculo

Pero, además, las infraestructuras de conectividad en el medio rural necesitan un importante impulso. Y no se trata únicamente de facilitar el trabajo a distancia. La digitalización generalizada requiere para cualquier trabajo de una conexión a Internet rápida, estable y que ofrezca cobertura sólida en amplias zonas del interior que hasta hoy carecen de ella. O tienen una cobertura insuficiente, velocidades lentas o «apagones» frecuentes.

Incentivar el desarrollo tecnológico en consonancia con la dimensión de las distintas localidades y sus posibilidades reales para acceder a distintas ayudas puede ser la vía para reducir la brecha digital y de conectividad del medio rural.  Así lo cree Mulero: «El kit digital está ahora en la tercera fase de subvenciones a empresas con menos de 10 trabajadores, pero tiene el requisito de facturar al menos dos millones de euros para acceder a las ayudas, criterios imposibles para empresas del medio rural».

Se están desarrollando pruebas y programas piloto en algunos pueblos, donde los Ayuntamientos colaboran con el sector privado y las instituciones regionales para generar bolsas de empleo «personalizadas», con dotaciones económicas suficientes para acometer todas las realidades que confluyen en el fenómeno de la despoblación y que van más allá de la conectividad. El proyecto de Castilla y León +Empresas, +Empleo, +Rural desarrollado por la Junta en colaboración con el colectivo que coordina María José Mulero es un buen ejemplo.