Aunque está en boca de todos, el metaverso es —aún— un terreno poblado por más especulaciones y posibilidades que realidades concretas. Aún así, el sector de las tecnológicas se está moviendo en distintas direcciones, dando por hecho que el metaverso estará presente en nuestras vidas, de manera totalmente normalizada, más pronto que tarde. De hecho, un reciente estudio de Gartner asegura que, cuando lleguemos a 2026, el 25% de las personas pasarán, al menos, una hora al día en el metaverso. Bien sea para entretenerse, bien para comprar, trabajar, educarse o socializar.

La conclusión que puede sacarse de datos como este es que, con más o menos dificultad y de forma más o menos fiel a las predicciones, el metaverso es una realidad que terminará asentándose en algún momento. Y eso es algo que las empresas tienen que tener en cuenta. Primero, porque deben estar presentes en el metaverso si quieren seguir siendo competitivas; segundo porque este entorno virtual ofrece una gran cantidad de oportunidades de negocio nuevas que no están presentes en el «mundo físico», actualmente.

Entender qué es el metaverso para adaptarse a él

Lo primero que deben hacer las empresas y las marcas es entender —conceptual y técnicamente— qué es el metaverso y cómo funciona: ¿qué retos técnicos existen actualmente y cuáles se esperan? ¿qué tecnología y qué dispositivos serán necesarios para participar de él como usuario?¿Qué inversión media requiere la organización para dar el salto al metaverso?, ¿Cuál es el coste del producto mínimo viable en el metaverso para validar un modelo de negocio concreto? Etcétera.

Por otro lado, el mundo corporativo debe analizar bien su posición en el proceso de transición tecnológica. ¿Está la empresa correctamente digitalizada? ¿Qué procesos de su actividad aún no están automatizados y pueden estarlo? ¿Está el staff suficientemente formado en las cuestiones tecnológicas que atañen —ahora o en el futuro— al metaverso? ¿Y el cuerpo directivo? ¿La actividad de la marca tiene sentido en el metaverso, podrá aportar valor?

En resumen, se trata de probar la temperatura del agua y revisar nuestros conocimientos de natación, antes de saltar de cabeza a la piscina. Y también saber si nuestras habilidades y recursos nos van a permitir competir o nos mantendrán a duras penas con la cabeza a flote.

Oportunidades de negocio en el metaverso y nuevas formas de funcionamiento.

Los posibles miedos que puedan suscitar las preguntas anteriores se disiparán, seguramente, al comprobar el enorme «caladero» de modelos de negocio y oportunidades que supone el metaverso. Si una empresa lo desea y está preparada para ello, podrá dar el salto al metaverso en multitud de áreas.

• Como consultor tecnológico para aquellas empresas que quieren dar el paso hacia el metaverso, pero necesitarán apoyo técnico y asesoría.
• Como proveedor de bienes digitales: bien sean tokens, NFTs o cualquier otra variante. Y destinados a los usuarios o a otras empresas; la compra de «terrenos» en el metaverso, para su posterior alquiler y venta ya se contempla en la actualidad. Un dato para aportar contexto: en 2021, sólo en el área del ocio digital y los videojuegos, se gastaron 100.000 millones de dólares. No es una tarta pequeña y puede aumentar.

También las organizaciones tendrán que modificar su concepción del trabajo y de la relación con sus empleados, proveedores y clientes. Si actualmente existe algún tipo de resistencia al trabajo remoto, las empresas van a tener que desembarazarse de ella. Y rápido.

No se trata de que la plantilla no esté en la oficina física. Es que todo el mundo estará, además, en el metaverso. Y allí habrá que entablar relaciones comerciales, reuniones, impartir formación, vender, montar exposiciones y congresos, organizar eventos y buscar nuevas vías de ingresos constantemente. El metaverso ejercerá de resorte hacia la innovación y, continuando con el símil anterior, la única forma de no hundirse es seguir moviendo brazos y piernas.