La IA como clave para reducir la brecha digital global

En vista de lo que ha sucedido en los últimos años con la inteligencia artificial, y también teniendo en cuenta las expectativas de lo que suceda con ella en el futuro cercano, cabe la pena preguntarse hasta qué punto puede ser un aliado para usar la tecnología. O si, por contra, contribuirá a acrecentar la brecha digital, que es uno de los problemas más serios a la hora de prescindir de acceso a desarrollos tecnológicos que pueden hacer nuestra vida mejor. ¿Cómo puede ayudarnos la inteligencia artificial?, ¿Qué será necesario para que, de existir, esa brecha digital se reduzca, en lugar de aumentar? 

 

 

La inteligencia artificial dentro de la educación digital ¿Utopía?

Aunque no es el único «remedio» contra la existencia de una brecha digital, la educación es un pilar fundamental para que esta no suponga un obstáculo real. La formación y la capacitación en habilidades, recursos, competencias y conocimientos tecnológicos —sin necesidad de que sean necesariamente avanzados— suponen los auténticos cimientos de una cultura tecnológica extensa y completa. 

 

La inteligencia artificial puede contribuir a democratizar estos progresos educativos, tanto del mundo de la tecnología como de otros ajenos al mismo. Por ejemplo, sistemas de tutoría impulsados por IA pueden adaptar los contenidos educativos a las necesidades individuales de cada estudiante, independientemente de su ubicación o nivel socioeconómico. 

 

Estas herramientas permiten que personas en zonas rurales o de bajos ingresos accedan a cursos de alta calidad y recursos formativos. Además, aplicaciones como chatbots educativos pueden resolver dudas en tiempo real, mientras que sistemas de traducción automática derriban barreras lingüísticas, ampliando el alcance de la educación digital a comunidades que no hablan los idiomas predominantes en la tecnología. 

 

 

Comunidades conectadas gracias a infraestructuras inteligentes

Ni la educación digital, ni ningún otro planteamiento futuro vinculado con la tecnología —por muy ambicioso o bienintencionado que resulte— será posible sin un ecosistema apropiado. Es decir, estos paradigmas, hasta cierto punto revolucionarios, no podrán despegar si no se dan las condiciones propicias para su eclosión. ¿A qué nos referimos? Una conectividad adecuada para que la inteligencia artificial desarrolle su potencial, una velocidad de conexión a la altura de la demanda del volumen de datos, una ciberseguridad que permita trabajar sin preocupaciones, etc. 

 

Por suerte la IA también puede ser de ayuda optimizando redes de telecomunicaciones, identificando áreas con mayor necesidad de conectividad y asignando recursos de manera eficiente. Tecnologías como el edge computing y la automatización permiten que las redes sean más resilientes y accesibles, incluso en regiones con recursos limitados, lo que siempre ha sido un problema a la hora de hablar de brecha digital. 

 

 

Inteligencia Artificial, empleo e igualdad de oportunidades

Además de las lógicas dudas sobre la inteligencia artificial y su papel como aliada o como enemiga, otro de los asuntos que domina los debates públicos es su intervención en el mercado laboral. ¿Nos va a quitar el trabajo? Al contrario, contribuirá a democratizarlo y a proporcionar más oportunidades para todos y todas.  

 

La IA puede ser una herramienta poderosa para identificar brechas en el mercado laboral y ofrecer capacitación en las habilidades más demandadas. ¿Cómo? A través de plataformas basadas en IA que analicen tendencias laborales y recomienden cursos o programas de formación adecuados para cada persona. Además, el desarrollo de infraestructuras inteligentes y soluciones tecnológicas inclusivas está llamado a generar muchos empleos en campos como la ingeniería, la programación y la gestión de proyectos que actualmente no existen o están en un estado prácticamente embrionario. Esto no solo impulsa el crecimiento económico, sino que también contribuye a reducir la desigualdad. 

 

 

Ojo a la ética. La brecha digital también va de eso

Nada de lo expuesto anteriormente puede hacernos perder de vista los retos que la inclusión de la inteligencia artificial en el mundo tecnológico y en nuestra vida diario puede presentar. ¿Aplicará la IA sesgos a la hora de educar a menores de edad?, ¿Será capaz de seleccionar perfiles para un proceso de selección de personal siendo totalmente equilibrada y sin prejuicios?, ¿Estará al alcance solo de aquellas personas o comunidades con recursos?, ¿Debe tratarse de un activo estratégico en el que deban intervenir los gobiernos?, ¿Qué ámbito de competencia legal hay que aplicar?, ¿Quién legislará? 

 

Como se puede observar, aunque existen aún algunos «flecos» de bastante importancia a los que hay que atender, la llegada de la inteligencia artificial a todos los rincones del planeta —en sentido literal y figurado— puede hacer que uno de los caballos de batalla del mundo tecnológico, la brecha digital, sea cada día más estrecha. E incluso que podamos soñar con hacerla desaparecer. 



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