21 Abr Conectividad rural: así tendrán que funcionar las industrias
Es arriesgado afirmar que la ausencia de conectividad en el campo, o que la existencia de infraestructuras de conexión poco solventes en el mundo rural es la causante de la despoblación. No obstante, es un factor de enorme importancia. En una sociedad como la actual, no disponer de acceso a determinada tecnología considerada básica es sinónimo de carencia de oportunidades, desigualdad y deficiente desarrollo económico en comparación con centros urbanos y ciudades.
No poder conectarse a Internet es algo que no condiciona un proyecto de vida; pero sí gana peso si a esto se suman la ausencia de otros servicios elementales en terrenos como la educación y la sanidad, la incapacidad para innovar y plantear modelos de negocio que dinamicen el rural o las dificultades para vincular la puesta en valor del campo con la innovación tecnológica. ¿Cómo pueden aliarse la tecnología, la conectividad y la industria 4.0 para dar una inyección de estamina a las comunidades rurales?
El 5G como catalizador de las explotaciones agrícolas del futuro
La culminación del despliegue de la conectividad 5G en el mundo rural no sólo acarreará más conexiones de red, a menor latencia y mayor capacidad de transmisión. La conexión de alta velocidad inalámbrica permitirá a los productores agrícolas diseñar explotaciones inteligentes que puedan gestionarse de manera remota y, en gran medida, funcionar de manera automatizada.
En función del tipo de cultivo y sus necesidades podría bastar con sensores diseminados por el terreno de explotación, en combinación con drones para monitorizar las condiciones de manera permanente o la gestión robotizada del riego, haciendo uso de inteligencia artificial. Esta combinación ya es posible —con experiencias piloto en América Latina y Estados Unidos— y muestra el camino que deberá seguir el sector primario a corto plazo: controlar la evolución de cada plantación, monitorizar la cantidad de luz solar que recibe una parcela, estar al tanto de las plagas y su tratamiento,… Se generan ingentes volúmenes de datos que ayudan a una gestión más eficiente y a un mejor control de la productividad.
Aunque este modelo de negocio aún necesita tiempo y recursos para asentarse, algunos actores del sector ya están pensando en el futuro. El conocido productor de maquinaria agrícola John Deere, está trabajando ya en la conectividad de las máquinas que permiten un funcionamiento autónomo a la hora de localizar malas hierbas y fumigar en zonas específicas, por ejemplo.
El CTO de la compañía, Jahmy Hindman, defendió en el evento Rural Conectivity la importancia que tiene un buen acceso a Internet en las explotaciones, «puesto que aumenta el rendimiento, permitiendo un mejor control de las cosechas y logrando importantes beneficios industriales», aseguró.
Fijar población a través de la conectividad de las escuelas
Uno de los principales «sangrados» del mundo rural está en la demografía: las poblaciones están envejecidas, no hay familias jóvenes en los pueblos y hay pocos niños y niñas. Las nuevas generaciones tienen severas dificultades para seguir un currículo formativo estandarizado, debido a que las escuelas se cierran por falta de alumnos; o a que alumnos y alumnas de diferentes poblaciones, con distintas edades, deben acudir a un mismo centro —muchas veces a varios kilómetros de casa— que lo acoge a todos y tiene que atender a todas las necesidades formativas a un tiempo.
Disponer de centros educativos con buena conexión puede suponer un cambio radical: muchas escuelas pueden compartir recursos y estrategias educativas comunes; los alumnos pueden sacar partido de clases remotas desde sus casas, sin tener que desplazarse, recibiendo clases adaptadas a su nivel y necesidades. Esta es una de las líneas de acción estratégica del ministerio de Educación y Formación Profesional, que ha premiado recientemente treinta proyectos desarrollados de manera colaborativa por más de cien centros de toda España para promover la innovación y la inclusión educativa, con una dotación de más de un millón de euros, con un máximo de 10.800€ por centro formativo.