Fibra óptica: clave para la seguridad y la velocidad

Cualquier usuario de Internet —particular o corporativo—, puede comprobar el salto adelante que ha supuesto la fibra óptica en la mejora cualitativa sin precedentes experimentada por la conectividad de Internet. Y también el avance análogo en todos los desarrollos tecnológicos y de telecomunicaciones que requieren de transmisión de datos por vía terrestre: más velocidad, más capacidad de transmisión o ancho de banda, más flexibilidad en la oferta de productos y servicios, etc.

 

Esto, a su vez, tiene un impacto directo en los dispositivos y aplicaciones al alcance de los usuarios, así como sus funcionalidades y las «puertas» que abre en muchos terrenos relacionados con la digitalización: investigación y desarrollo, automatización de procesos y tareas, gestión basada en el dato, personalización de aplicaciones y mucho más. La fibra óptica se ha ganado un lugar privilegiado en nuestras vidas por derecho propio.

 

La seguridad, uno de los puntos fuertes de la fibra óptica

Un incremento de la capacidad de las conexiones y una transmisión ultra rápida de información ya representan un atractivo suficientemente sólido para optar por la fibra óptica. Pero es que, además, este medio de comunicación de datos asegura una parcela especialmente sensible, que preocupa mucho a cualquier usuario de la red: la seguridad.

 

La conectividad está garantizada con la fibra óptica: no existen «atascos» de bloques de datos o escenarios de saturación de las líneas, la información viaja más rápido, con menos latencia y mucho más lejos que en instalaciones de cable de par trenzado de cobre. Además, la fibra óptica reduce los riesgos de ataques físicos o las intervenciones por parte de terceros —cercanos a cero, si la información está encriptada— y no es susceptible de verse afectada por agentes externos como la climatología, por ejemplo.

 

El siguiente paso: la fibra óptica cuántica

A pesar de los increíbles avances en conectividad que representa la fibra, la tecnología no deja de mirar al futuro nunca. Y de forma análoga lo hacen tanto las necesidades como las amenazas en materia de seguridad. Para estar al día y responder, tanto a unas como a otras con garantías, los expertos llevan una década tratando de mejorar la fibra óptica y rellenar sus escasas carencias.

 

En ese sentido, la respuesta está en la computación cuántica y, por ende, en la fibra óptica que se mueve en el terreno de esta parcela de la física de partículas. Si la fibra actual experimenta latencias bajísimas y un ancho de banda nada desdeñable, la fibra cuántica permite el envío codificado de información a una velocidad exponencialmente mayor, sin latencia y con la posibilidad de que con cada cúbit —o bit cuántico— pueden resolverse varias operaciones lógicas al mismo tiempo.

 

Por otra parte, el protocolo de distribución de clave cuántica o QKD hace virtualmente imposible su hackeo. Cada bit cuántico puede ser un uno o un cero al mismo tiempo en «lenguaje lógico», adquiriendo su valor definitivo a la hora del desencriptado de cada bloque de datos. Los cúbits no se pueden copiarse y el mero intento de intervenir la información de cualquier manera no deseada altera el estado de la misma y la destruye. La seguridad es prácticamente inexpugnable.

 

Ya existen trabajos en desarrollo que han logrado la conexión de dos átomos separados por una distancia de 33 Km. a través de enlazamiento cuántico con fibra óptica. A pesar de que queda trabajo por delante, las estructuras con un Internet cuántico en su premisa de partida son cada vez más habituales y en poco tiempo podremos comenzar a hablar del inquietante escenario de un Internet más rápido que la propia velocidad de la luz.



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